31 DE MAYO: DÍA MUNDIAL SIN HUMO DE TABACO. TESTIMONIOS

30.05.2013 11:16

 MARIANA, 35 AÑOSComencé a fumar a los 13-14 años. Paso muy poco tiempo desde que me fumaba aquellos cigarrillos sueltos hasta que empecé a comprar paquetes de tabaco.
Mi forma de fumar ha sido siempre compulsiva. He fumado por las mañanas en ayunas, me he despertado a media noche para fumar y no ha sido infrecuente tener dos cigarrillos encendidos a la vez. He fumado faltándole el respeto a todo, delante de niños pequeños, en la habitación del hospital tras una operación...mi necesidad estaba por encima de ello. Deje de hacer muchas cosas por que implicaban no fumar por un tiempo relativamente largo, por ejemplo ir al cine. En fin una época no para olvidar, hay que tenerla presente, pero desde luego para no revivirla.
He fracasado tantas veces que en realidad creo que es cuestión de estrategia, sino suerte. Esta vez tenia que ser, esta vez si. Quizás la principal estrategia haya sido el haber fracasado tantas veces como para aprender de todas ellas, no una calada, no un solo cigarrillo...saber no tanto lo que debes hacer como lo que no debes hacer. Por ejemplo, la vez anterior recuerdo que mis ataques de ansiedad eran fuertes, en parte provocados por mi: me apetece un cigarrillo, no puedes, si pero me apetece, no ya no fumas...así hasta que finalmente decía que uno al día estaba muy bien y el resultado final fue el fracaso. En esta ocasión no me he permitido el lujo de discutir conmigo misma: no fumo por que no y punto. ¿Es eso fuerza de voluntad? no creo, solo que sabia el resultado de discutir conmigo.

 

 

Empecé a fumar porque era atractivo. Tendría 15 ó 16 años y me pasó lo mismo que cuando probé la cerveza de niña: aquella extraña sensación me gustó. De los cigarrillos sueltos comprados en el kiosco a escondidas pasé al paquete 
a medias con mis amigas.

Pero no, poco a poco la adicción fue instalándose en mi vida como en la de todo fumador, quizás varíe el ritmo o las cantidades, pero el proceso prácticamente fue igual. Se estableció el hábito, y empezó otra etapa en que fumé a cualquier hora y en cualquier circunstancia, en todos los lugares estaba permitido hacerlo, en clase, en el autobús... hasta en casa se me permitió. Era lo normal. Ya no era atractivo ni tan placentero.
Pasados varios años empecé a plantearme dejarlo. No lo intenté seriamente, sólo pequeños amagos, así que obviamente no lo conseguí. Pero sí comencé a ponerme gradualmente ciertos límites: no comprar más de un paquete diario.
No fumar en el trabajo cuando estaba tratando con personas.

 JULIO, 63 AÑOSBastantes años antes de plantearme dejar de fumar estuve sin hacerlo cinco o seis meses durante mi embarazo, pero no lo considero un intento puesto que no lo decidí ni tuve parte activa. Había rebajado el consumo, eso sí, pero seguía fumando. Sencillamente lo aborrecí como aborrecí el chorizo. No recuerdo ningún síndrome de abstinencia (quizás porque era muy joven y aún no tenía demasiada dependencia), ninguna ansiedad, nada, no me apetecía y ya está, no le di más vueltas, había cosas más importantes en las que pensar.

 

ANA, 55 AÑOS

Yo fui y soy fumadora ¿cómo es eso? Dejé varias veces, y varias veces lo retomé. Comencé a fumar a los 15 años, no mucho. Las dos veces que quedé embarazada, afortunadamente, no tenía ganas de fumar, por lo que mis dos hijos nacieron sanos. En un momento de mi vida dejé de fumar porque a la pareja que tenía entonces no le hacía bien el humo. Cuando me separé de él volví a fumar. En otra oportunidad dejé durante 15 años, y después, en el velatorio de un gran amigo volví a agarrar el cigarrillo y desde entonces, ya pasaron 6 años, fumo. La verdad es que no quiero fumar, aunque los deseos de hacerlo son más fuertes que mi voluntad. Todos los días digo que tengo que dejar de fumar, es como la dieta, que uno dice el lunes empiezo, y ese lunes uno tiene una nueva excusa para seguir comiendo, con el cigarrillo pasa lo mismo, es una adicción, como cualquier otra, sólo que no perturba tu mente, aunque sí disminuye tu autoestima dado que no puedes con él, es por lo menos lo que a mi me pasa. No es nada grato tener que tomar un café a la intemperie, a veces con mucho frío o calor, sólo porque tengas que fumar, por ejemplo. O que alguien te invite a su casa con la condición de que no fumes. Dicen que el motivo de dejar de fumar no debe estar recostado en un otro (como me pasó con aquélla pareja), que uno lo debe hacer por uno mismo, de esa manera la decisión no estará atada a circunstancias ajenas a uno. No me gusta depender de nada, sin embargo, dependo de fumar. Ante cualquier hecho estresante (excusa) fumo. Las personas que sufren de alcoholismo y ya están en recuperación dicen que tomaban porque estaban tristes y tomaban cuando festejaban, excusas para justificar la dependencia al alcohól, supongo que con el cigarrillo pasa lo mismo.